El estreñimiento crónico es un problema de salud bastante común.
Se caracteriza por la dificultad persistente para defecar, o por una sensación de que la defecación es incompleta, o porque los movimientos intestinales se producen con una frecuencia de tres o cuatro días (o más) en ausencia de síntomas de alarma o causas secundarias.
Se acepta que afecta a un 25-28% de la población general. Es mucho mayor (40-45%) en la población anciana con buen estado de salud y capacidad física; incluso se estima que puede afectar un 75-80% de los ancianos dependientes. A las molestias propias del estreñimiento crónico como esfuerzo defecatorio, heces duras, distensión y dolor abdominal, menor apetito…, se le añaden las hemorroides, fisuras y prolapso anal (el recto sobresale a través del ano).
1-Reeducación intestinal (utilizar diariamente el retrete, con o sin estímulo, preferiblemente después del desayuno o una comida, con tiempo suficiente no más de 10-15 minutos y conseguir un ambiente de máxima intimidad).
2-Actividad física (caminar unos 30 minutos al día).
3-Ingesta de líquidos (1,5-2 litros al día).
4-Ingesta de fibra alimentaria.
La fibra alimentaria corresponde a las partes comestibles de plantas que nuestro intestino delgado es incapaz de digerir o absorber y que llegan intactas al intestino grueso. Suele clasificarse en fibra soluble o insoluble. Ambos tipos de fibra se encuentran en distintas proporciones en los alimentos que contienen fibra.
Se recomienda tomar unos 25-35 gramos de fibra al día, con preferencia de alimentos que proporcionen una proporción 3:1 entre fibra insoluble (como pan integral o creales integrales) y soluble avena, cebada, frutas, verduras, etc.)
Los principales efectos fisiológicos beneficiosos atribuidos a la fibra alimentaria afectan a la mejora de la función intestinal, además de facilitar el control de glucosa en sangre, el control de colesterol y la disminución de las enfermedades coronarias
5-Limitar el consumo de arroz, verduras flatulentas (coles, cebolla, puerro, alcachofas) o astringentes (zanahoria); frutas en almíbar o confitadas y frutas astringentes (manzana rallada, membrillo, plátano, pomelo y limón).
6- Evitar o reducir el consumo de carnes grasas, charcutería, pescados en conserva, chocolate y repostería industrial.
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